...en el armario zapatero de su cuarto? Ella sabía que comentarle su pequeño secreto a su padre, una persona que debido a un trauma infantil con una mascota que no le daba amor, había escogido una profesión que le facilitara el matar con sus propias manos a montones de lindas criaturas, no sería una buena idea si pretendía mantener sano y salvo a su nuevo amiguito.

Aunque ella no quería mentir...aquel esponjosísimo ser la hacía sentir taan fenomenalmente bien ...
... que a veces le hacía darse cuenta de que había ido a la cocina para buscar una taza y darse cuenta de que en realidad lo que buscaba era otro tipo de taza que no se encontraba en la cocina, sino en el baño. A veces se daba cuenta a tiempo. Otras no.

De todas formas, un conejo no tiene nada de malo. Esto mismo pensó la hija del carnicero. ¿Por qué avisar a su papá de que escondía un conejito ...
... ¿conejito?.
Efectivamente, el anciano estaba completamente seguro de que se trataba de un precioso y tierno ejemplar de conejo albino. Sus años de experiencia como sexador de animales de granja le habían convertido en una persona extremadamente precisa a la hora de identificar animales de ésta índole.
Lo más extraño era el áura de monisimidad que embolvía a la tan especial criatura, y que hizo que olvidara por completo sus problemas, bueno, eso pudo causarlo su preocupante falta de memoria...
...insecticida con sabor a frutas exóticas. La sombra de repente se movió con un movimiento rápido y fantasmal y el viejo sólo acertó a ver salir rápidamente del establo una bonita cola redondeada y suave.
Al día siguiente la gente sospechaba del viejo Señor Johnson. Si antes ya tenía problemas con su credibilidad, debido a sus pérdidas de memoria constantes y sus desvaríos, mencionar que el estruendo de la noche anterior era causado por lo que le pareció un precioso...
...un cabezazo, pues el anciano pueblerino era bastante corto de entendederas. Debido a su longevidad, el golpe fue escasamente fuerte, pero sí lo suficiente como para que éste callera conmocionado al suelo mientras la puerta se abría con un lento "ñieeec". Estando el viejo en el suelo, semi-inconsciente, logró entreabrir los ojos a tiempo para vislumbrar una sombra, una espeluzcante y a su vez cálida sombra que se le iba aproximando más y más, respiraba, podía sentir su aliento...
...del establo del viejo Señor Johnson. El viejo ya hacia rato que se había ido a dormir, pero aquél sonido lo despertó, como al resto de sus vecinos. Bajó las escaleras con miedo y con cuidado de no caer estrepitosa y vergonzosamente por las escaleras, mientras intentaba imaginar qué clase de animal podría producir aquel sonido, o qué clase de monstruo… De todas maneras no podía permitirse ser un gallina, y continuó acercándose a su establo. Abrió la puerta de…
...tan simpático mote a su resplandeciente hogar. Entonces no podían imaginar cuan diferentes serían las cosas pocas semanas después.
Estaba atardeciendo, los vecinos se despedian cordialmente en las calles antes de entrar en sus casas, pues era hora de dormir. Las antorchas que iluminaban las calles se fueron apagando, y en sus camas empezaban a dormir placidamente, pero pocos instantes después, el sueño de los pueblerinos sería interrumpido por un escalofriante, lastimero y curiosamente adorable gemido que provenía de cerca...
Chuchylandia es un lugar magnífico, o al menos así lo describen sus habitantes. Aunque esto es ahora, por que tal y como cuentan los viejos del lugar, Chuchylandia antes era un lugar aterrador, donde la gente temía salir de casa al atardecer y pasaban las noches contando los segundos hasta el amanecer. Antes Chuchilandia se llamaba 363-26. Puede parecer raro pero a sus pobladores les pareció tan gracioso este nombre que algunos de ellos murieron poco después de ponerle ...
Esta entrada es para poder leer el texto según va creciendo, de una manera mucho más cómoda:


Chuchylandia es un lugar magnífico, o al menos así lo describen sus habitantes. Aunque esto es ahora, por que tal y como cuentan los viejos del lugar, Chuchylandia antes era un lugar aterrador, donde la gente temía salir de casa al atardecer y pasaban las noches contando los segundos hasta el amanecer. Antes Chuchilandia se llamaba 363-26. Puede parecer raro pero a sus pobladores les pareció tan gracioso este nombre que algunos de ellos murieron poco después de ponerle tan simpático mote a su resplandeciente hogar. Entonces no podían imaginar cuan diferentes serían las cosas pocas semanas después.

Estaba atardeciendo, los vecinos se despedían cordialmente en las calles antes de entrar en sus casas, pues era hora de dormir. Las antorchas que iluminaban las calles se fueron apagando, y en sus camas empezaban a dormir plácidamente, pero pocos instantes después, el sueño de los pueblerinos sería interrumpido por un escalofriante, lastimero y curiosamente adorable gemido que provenía de cerca del establo del viejo Señor Johnson.

El viejo ya hacia rato que se había ido a dormir, pero aquél sonido lo despertó, como al resto de sus vecinos. Bajo las escaleras con miedo y con cuidado de no caer estrepitosa y vergonzosamente por las escaleras, mientras intentaba imaginar qué clase de animal podría producir aquel sonido, o qué clase de monstruo… De todas maneras no podía permitirse ser un gallina, y continuó acercándose a su establo. Abrió la puerta de un cabezazo, pues el anciano pueblerino era bastante corto de entendederas. Debido a su longevidad, el golpe fue escasamente fuerte, pero sí lo suficiente como para que éste callera conmocionado al suelo mientras la puerta se abría con un lento "ñieeec".

Estando el viejo en el suelo, semi-inconsciente, logró entreabrir los ojos a tiempo para vislumbrar una sombra, una espeluznante y a su vez cálida sombra que se le iba aproximando más y más, respiraba, podía sentir su aliento insecticida con sabor a frutas exóticas. La sombra de repente se movió con un movimiento rápido y fantasmal y el viejo sólo acertó a ver salir rápidamente del establo una bonita cola redondeada y suave.

Al día siguiente la gente sospechaba del viejo Señor Johnson. Si antes ya tenía problemas con su credibilidad, debido a sus pérdidas de memoria constantes y sus desvaríos, mencionar que el estruendo de la noche anterior era causado por lo que le pareció un precioso ¿conejito?.
Efectivamente, el anciano estaba completamente seguro de que se trataba de un precioso y tierno ejemplar de conejo albino. Sus años de experiencia como sexador de animales de granja le habían convertido en una persona extremadamente precisa a la hora de identificar animales de ésta índole.

Lo más extraño era el áura de monisimidad que embolvía a la tan especial criatura, y que hizo que olvidara por completo sus problemas, bueno, eso pudo causarlo su preocupante falta de memoria que a veces le hacía darse cuenta de que había ido a la cocina para buscar una taza y darse cuenta de que en realidad lo que buscaba era otro tipo de taza que no se encontraba en la cocina, sino en el baño. A veces se daba cuenta a tiempo. Otras no.

De todas formas, un conejo no tiene nada de malo. Esto mismo pensó la hija del carnicero. ¿Por qué avisar a su papá de que escondía un conejito en el armario zapatero de su cuarto? Ella sabía que comentarle su pequeño secreto a su padre, una persona que debido a un trauma infantil con una mascota que no le daba amor, había escogido una profesión que le facilitara el matar con sus propias manos a montones de lindas criaturas, no sería una buena idea si pretendía mantener sano y salvo a su nuevo amiguito.

Aunque ella no quería mentir...aquel esponjosísimo ser la hacía sentir taan fenomenalmente bien ...